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Extinción de seiyuus

Desvariando sobre ,

Justamente en estos días con motivos de una cierta niña (de mis preferidas) que sigue sumando títulos a su currículo y de una serie que estoy viendo en compañía de otra niña (también de mis preferidas) nos topamos con la idea, quizás evidente aunque a primera vista no tanto, de que nos enfrentamos a una sequía de actores de doblaje o seiyuus para los más frikosos.
Aunque quizás esto no sea algo reciente, pues si en algo ha ayudado el auge de la interweb ha sido en aumentar la cantidad de información innecesaria que llena nuestras cabezas con todo aquello que nunca creíste aprender y que nunca necesitarás. Con eso, quizás hace varios años ya había esta sequía de talentos que con sus voces, a veces multiregistro a veces unitono, hacen que las series de animación puedan resultar más interesantes o más repelentes.

Por supuesto están los que como Seki Tomokazu, Maaya Sakamoto y Yui Horie, prácticamente están en toda serie producida casi como si viniera en su contrato la cláusula “si se hace un nuevo anime independientemente de cual sea, Seki Tomokazu tiene que estar ahí”.

También es que, con la cantidad de series que el fan promedio engulle al año y con la obviedad de que dos personajes no pueden tener la misma voz, en títulos con un par de decenas de protagonistas y secundarios más muchos incidentales a lo largo de una gran cantidad de capítulos, uno se esperaría que hubiera realmente una cantidad mayor de voces. Pero ahora a donde sea que miremos están Aya Hirano, Sugita Tomokazu, Marina Inoue, Jun Fukuyama, Mamoru Miyano, Miyu Irino, Miki Shin’ichiro, Nana Mizuki, Romi Paku y otros varios que cada vez resultan más y más familiares y por igual cada vez se ven mencionar más y más.

Ni hablar de la nueva versión de Full Metal Alchemist, que salvo Hiroshi Kamiya ya tiene prácticamente a todo el elenco de Mobile Suit Gundam 00.
No hace mucho se publicaron una serie de estudios sobre la paga tanto de los animadores como de los mangakas y los seiyuus y, tomando en cuenta la crisis financiera actual y el hecho obvio de que en Japón así como en varios países más de Asia y Europa vivir no es precisamente barato, el sueldo de cada una de estas labores era notoriamente bajo. Razón probable por la cual muchas seiyuus recurren a ser Gravure Idols o cantantes, aunque también esto sea propiciado por el exagerado marketing japonés.

Y aun así, con toda esa repetición el doblaje japonés sigue siendo preferido por algunos fans puristas por encima del doblaje latino o español sólo por el hecho de ser “el original”. Por lo menos no es peor que actores sudamericanos sin la más mínima emoción o actores españoles que suenan todos iguales (o peor aún también son todos los mismos lo que hace al doblaje del cine porno todavía más perturbador), o pseudos actores de doblaje que no son más que patéticos intérpretes de fandubs que terminan haciendo el ridículo en podcasts y radio.


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